sábado, 8 de agosto de 2015

En el 79º aniversario del asesinato de Blas Infante: descolonizar y liberar Andalucía como prioridad del Pueblo Trabajador Andaluz



Este 10 de agosto conmemoramos el 79º aniversario del asesinato de Blas Infante a manos del españolismo fascista. Al Padre de la Patria Andaluza lo mataron por su coherencia nacionalista y revolucionaria. Por su defensa inquebrantable de nuestro país, del Pueblo Trabajador Andaluz y de la clase obrera. Unos pecados que el españolismo no podía perdonar y por los cuales Blas Infante fue detenido, apresado en el Cine Jaúregui y posteriormente asesinado en la carretera de Carmona la noche del 10 al 11 de agosto de 1936.

Hoy, setenta y nueve años después, Andalucía continúa sufriendo la misma situación que constantemente denunciara Blas Infante en vida. Seguimos siendo una nación negada, un pueblo trabajador carente de derechos colectivos. Permanecemos, en lo esencial, en idéntica situación de dependencia política, carencias sociales y expolio económico. Desde la desaparición del Dictador y la traición a los intereses nacionales y populares durante la “transición”, se nos mantiene bajo un régimen político-administrativo cuyo “marco constitucional” no reconoce ni permite el reconocimiento de nuestro país ni de nuestro pueblo y, menos aún, sus derechos a detentar y ejercer su soberanía. El supuesto Estado de las autonomías no es más que una descentralización estatal que se limita a gestionar nuestra dependencia. La propuesta política de Blas Infante para Andalucía, basada en la Constitución Andaluza de 1883, nada tiene que ver con nuestra situación actual. Toda nación y todo pueblo poseen, por el hecho de serlo, el derecho a detentar y ejercer su libertad, al autogobierno. Este derecho se denomina soberanía (una soberanía que ya afirmaba el artículo 1º de la Constitución de 1883). Una nación y un pueblo al que se le niega su soberanía carecen de libertad. Son naciones ocupadas y pueblos oprimidos. Por lo tanto, la descolonización de Andalucía y la liberación plena de nuestro pueblo son tareas urgentes, prioritarias, a partir de las cuales construir una nueva Andalucía. Por ello el mensaje de Blas Infante sigue siendo plenamente vigente en la Andalucía actual.

Pero la lucha por la independencia nacional y popular andaluza en el actual marco del Estado español, el imperialismo y el neoliberalismo, no es sólo una cuestión de principios: es la única vía para lograr la transformación de la realidad andaluza y la de sus clases populares. Si de algo nos sirve la actual coyuntura económica de crisis capitalista es para comprobar día a día, en todos los órdenes de nuestra existencia, como andaluces y como trabajadores, las consecuencias de que el Pueblo Trabajador Andaluz no sea el dueño de su tierra ni de su libertad. Hoy, como hace setenta y nueve años, Andalucía no es libre. El Pueblo Trabajador Andaluz carece de soberanía política para decidir, por sí mismo y en exclusividad, todo aquello que le afecta y le compete sobre sí mismo y su propio territorio. Éste es el origen de que estemos indefensos y al arbitrio de lo que decidan otros por nosotros y en nuestro nombre, en Madrid, Bruselas o Washington. Ésa es la razón de que nuestra tierra y las riquezas que contiene nuestra nación: agrícolas, mineras, pesqueras, etc., así como los medios para extraerlas, manufacturarlas y distribuirlas, tampoco estén en nuestras manos. Ése es igualmente el porqué de que carezcamos del más mínimo control sobre nuestra economía e incluso sobre los beneficios de nuestro propio trabajo. Más aún, la inexistencia de soberanía nacional nos imposibilita la construcción de un poder popular capaz de cambiar en profundidad la situación política, laboral, financiera o social. Hace que carezcamos tan siquiera de una capacidad efectiva de oposición sobre lo que acontece. De ahí que la lucha soberanista, por nuestra tierra y libertad, constituya la primera fase de la revolución andaluza. Sin soberanía política no podrá haber revolución social. Por ello, la izquierda andaluza o es soberanista o no es una izquierda revolucionaria.

La crisis capitalista provocada por la rapiña del capitalismo financiero está colocando al Pueblo Trabajador Andaluz en una situación límite. Y no es casual, sino causal, el que la misma se cebe tan especialmente sobre Andalucía. Que en todos los índices de bienestar social y de pujanza económica estemos situados en los últimos lugares del ranking es la consecuencia inducida y estructural del papel que el Capital nos ha impuesto, dentro de la distribución de cometidos adjudicados al conjunto de los distintos países y pueblos obligados a formar parte de este latifundio de explotación intensiva llamado Estado Español. La dependencia andaluza es la herramienta de la que se sirve el Sistema para perpetuar el expolio económico y la explotación social. Somos un pueblo negado y ocupado para poder ser un pueblo sometido. La ocupación es el medio para facilitar el expolio y la explotación, y el expolio y la explotación son la razón de ser de la ocupación. Por eso no hay liberación social sin liberación nacional, y viceversa. La independencia política, o lo es también económica y de clase, o será la perpetuación de la dependencia. No habrá Andalucía libre sin socialismo o socialismo sin Andalucía libre.

Los cantos de sirena del reformismo que nos venden una Andalucía mejor en una España “de otro color” se muestran absurdos si los contrastamos con la experiencia histórica de Andalucía como parte del Estado español. No ha habido una España en la que Andalucía no haya estado en condiciones de expolio económico, dependencia política y alienación cultural, porque España necesita para su propia existencia una Andalucía así. Tampoco es posible, tal y como afirma el soberanismo partidario de integrarse en proyectos estatalistas, liberar Andalucía integrándose en las fuerzas políticas y las estructuras estatales. Es este un discurso que termina proponiendo una estrategia similar a la del regionalismo (apostar por otra España posible para luego cambiar Andalucía) y que sólo puede conducir al suicidio, como se ha suicidado el regionalismo en las últimas décadas. El nacionalismo andaluz, o es revolucionario o se convertirá en otro regionalismo.

Ahora más que nunca, cuando los capitalistas asfixian inmisericordemente a nuestro pueblo, el aunar fuerzas y esfuerzos, para hacer realidad ese llamamiento de liberación nacional y social que el Padre de la Patria Andaluza dejó plasmado en nuestro Himno Nacional, resulta un deber prioritario para los individuos y colectivos de la izquierda soberanista andaluza. Es imprescindible reorientar a toda la izquierda soberanista andaluza bajo un proyecto liberador que recoja las propuestas de Blas Infante y se encamine decididamente hacia la liberación de Andalucía sin atajos y sin sendas intermedios. Desde Nación Andaluza esperamos que las Jornadas que, junto con otras organizaciones, estamos preparando para el aniversario de la Constitución Andaluza, el próximo mes de octubre en Antequera, sea un paso importante en esta tarea. Asimismo, llamamos a todos nuestros militantes y simpatizantes a acudir al homenaje a Blas Infante que realizaremos distintas fuerzas este domingo en Sevilla, a partir de las 11 de la mañana, en la Plaza Jaúregui.

¡Viva Blas Infante!
¡Viva la izquierda soberanista y revolucionaria andaluza!
¡Viva Andalucía independiente y el socialista!


En Andalucía a 8 de agosto de 2015
Nación Andaluza – Comisión Permanente.

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