Este 10 de agosto
conmemoramos el 79º aniversario del asesinato de Blas Infante a
manos del españolismo fascista. Al Padre de la Patria Andaluza lo
mataron por su coherencia nacionalista y revolucionaria. Por su
defensa inquebrantable de nuestro país, del Pueblo Trabajador
Andaluz y de la clase obrera. Unos pecados que el españolismo no
podía perdonar y por los cuales Blas Infante fue detenido, apresado
en el Cine Jaúregui y posteriormente asesinado en la carretera de
Carmona la noche del 10 al 11 de agosto de 1936.
Hoy, setenta y
nueve años después, Andalucía continúa sufriendo la misma
situación que constantemente denunciara Blas Infante en vida.
Seguimos siendo una nación negada, un pueblo trabajador carente de
derechos colectivos. Permanecemos, en lo esencial, en idéntica
situación de dependencia política, carencias sociales y expolio
económico. Desde la desaparición del Dictador y la traición a los
intereses nacionales y populares durante la “transición”, se nos
mantiene bajo un régimen político-administrativo cuyo “marco
constitucional” no reconoce ni permite el reconocimiento de nuestro
país ni de nuestro pueblo y, menos aún, sus derechos a detentar y
ejercer su soberanía. El supuesto Estado de las autonomías no es
más que una descentralización estatal que se limita a gestionar
nuestra dependencia. La propuesta política de Blas Infante para
Andalucía, basada en la Constitución Andaluza de 1883, nada tiene
que ver con nuestra situación actual. Toda nación y todo pueblo
poseen, por el hecho de serlo, el derecho a detentar y ejercer su
libertad, al autogobierno. Este derecho se denomina soberanía (una
soberanía que ya afirmaba el artículo 1º de la Constitución de
1883). Una nación y un pueblo al que se le niega su soberanía
carecen de libertad. Son naciones ocupadas y pueblos oprimidos. Por
lo tanto, la descolonización de Andalucía y la liberación plena de
nuestro pueblo son tareas urgentes, prioritarias, a partir de las
cuales construir una nueva Andalucía. Por ello el mensaje de Blas
Infante sigue siendo plenamente vigente en la Andalucía actual.
Pero la lucha por
la independencia nacional y popular andaluza en el actual marco del
Estado español, el imperialismo y el neoliberalismo, no es sólo una
cuestión de principios: es la única vía para lograr la
transformación de la realidad andaluza y la de sus clases populares.
Si de algo nos sirve la actual coyuntura económica de crisis
capitalista es para comprobar día a día, en todos los órdenes de
nuestra existencia, como andaluces y como trabajadores, las
consecuencias de que el Pueblo Trabajador Andaluz no sea el dueño de
su tierra ni de su libertad. Hoy, como hace setenta y nueve años,
Andalucía no es libre. El Pueblo Trabajador Andaluz carece de
soberanía política para decidir, por sí mismo y en exclusividad,
todo aquello que le afecta y le compete sobre sí mismo y su propio
territorio. Éste es el origen de que estemos indefensos y al
arbitrio de lo que decidan otros por nosotros y en nuestro nombre, en
Madrid, Bruselas o Washington. Ésa es la razón de que nuestra
tierra y las riquezas que contiene nuestra nación: agrícolas,
mineras, pesqueras, etc., así como los medios para extraerlas,
manufacturarlas y distribuirlas, tampoco estén en nuestras manos.
Ése es igualmente el porqué de que carezcamos del más mínimo
control sobre nuestra economía e incluso sobre los beneficios de
nuestro propio trabajo. Más aún, la inexistencia de soberanía
nacional nos imposibilita la construcción de un poder popular capaz
de cambiar en profundidad la situación política, laboral,
financiera o social. Hace que carezcamos tan siquiera de una
capacidad efectiva de oposición sobre lo que acontece. De ahí que
la lucha soberanista, por nuestra tierra y libertad, constituya la
primera fase de la revolución andaluza. Sin soberanía política no
podrá haber revolución social. Por ello, la izquierda andaluza o es
soberanista o no es una izquierda revolucionaria.
La crisis
capitalista provocada por la rapiña del capitalismo financiero está
colocando al Pueblo Trabajador Andaluz en una situación límite. Y
no es casual, sino causal, el que la misma se cebe tan especialmente
sobre Andalucía. Que en todos los índices de bienestar social y de
pujanza económica estemos situados en los últimos lugares del
ranking es la consecuencia inducida y estructural del papel
que el Capital nos ha impuesto, dentro de la distribución de
cometidos adjudicados al conjunto de los distintos países y pueblos
obligados a formar parte de este latifundio de explotación intensiva
llamado Estado Español. La dependencia andaluza es la herramienta de
la que se sirve el Sistema para perpetuar el expolio económico y la
explotación social. Somos un pueblo negado y ocupado para poder ser
un pueblo sometido. La ocupación es el medio para facilitar el
expolio y la explotación, y el expolio y la explotación son la
razón de ser de la ocupación. Por eso no hay liberación social sin
liberación nacional, y viceversa. La independencia política, o lo
es también económica y de clase, o será la perpetuación de la
dependencia. No habrá Andalucía libre sin socialismo o socialismo
sin Andalucía libre.
Los cantos de
sirena del reformismo que nos venden una Andalucía mejor en una
España “de otro color” se muestran absurdos si los contrastamos
con la experiencia histórica de Andalucía como parte del Estado
español. No ha habido una España en la que Andalucía no haya
estado en condiciones de expolio económico, dependencia política y
alienación cultural, porque España necesita para su propia
existencia una Andalucía así. Tampoco es posible, tal y como afirma
el soberanismo partidario de integrarse en proyectos estatalistas,
liberar Andalucía integrándose en las fuerzas políticas y las
estructuras estatales. Es este un discurso que termina proponiendo
una estrategia similar a la del regionalismo (apostar por otra España
posible para luego cambiar Andalucía) y que sólo puede conducir al
suicidio, como se ha suicidado el regionalismo en las últimas
décadas. El nacionalismo andaluz, o es revolucionario o se
convertirá en otro regionalismo.
Ahora más que
nunca, cuando los capitalistas asfixian inmisericordemente a nuestro
pueblo, el aunar fuerzas y esfuerzos, para hacer realidad ese
llamamiento de liberación nacional y social que el Padre de la
Patria Andaluza dejó plasmado en nuestro Himno Nacional, resulta un
deber prioritario para los individuos y colectivos de la izquierda
soberanista andaluza. Es imprescindible reorientar a toda la
izquierda soberanista andaluza bajo un proyecto liberador que recoja
las propuestas de Blas Infante y se encamine decididamente hacia la
liberación de Andalucía sin atajos y sin sendas intermedios. Desde
Nación Andaluza esperamos que las Jornadas que, junto con otras
organizaciones, estamos preparando para el aniversario de la
Constitución Andaluza, el próximo mes de octubre en Antequera, sea
un paso importante en esta tarea. Asimismo, llamamos a todos nuestros
militantes y simpatizantes a acudir al homenaje a Blas Infante que
realizaremos distintas fuerzas este domingo en Sevilla, a partir de
las 11 de la mañana, en la Plaza Jaúregui.
¡Viva Blas
Infante!
¡Viva la
izquierda soberanista y revolucionaria andaluza!
¡Viva Andalucía independiente y el socialista!
¡Viva Andalucía independiente y el socialista!
En Andalucía a 8
de agosto de 2015
Nación Andaluza – Comisión Permanente.
Nación Andaluza – Comisión Permanente.
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