Hace
ya bastantes años que la izquierda soberanista andaluza viene
considerando la Constitución de Antequera como uno de sus pilares
ideológicos y políticos, siendo los impulsores de la reivindicación
de la misma como punto de partida para la construcción de la
Andalucía del futuro.
Para
nosotr@s la Constitución de 1883 no es solamente una reivindicación
política, sino un método de trabajo encaminado a la acción
cotidiana en cada uno de los pueblos andaluces, para lo cual tenemos
que sacar conclusiones que debemos aplicar en nuestras organizaciones
y en nuestra relación con la sociedad andaluza.
La
Constitución de Antequera se basa en una Democracia directa, sin
intermediarios, de abajo hacia arriba, desde la autonomía de
barrios, pueblos y ciudades hasta la confederación en un proyecto
común de defensa de las libertades individuales y colectivas, sin
injerencias de instituciones, ni partidos ni otros tipos de
organizaciones ajenas a los andaluces. El artículo 1º lo deja bien
claro: “Andalucía es soberana y autónoma; se organiza en una
democracia republicana representativa, y no recibe su poder de
ninguna autoridad exterior al de las autonomías cantonales que la
instituyen por este Pacto “
Esta
es la principal característica de la “Constitución andaluza”,
la de declarar la soberanía, la democracia representativa...y no
recibir su poder de ninguna autoridad exterior. Este
artículo 1º, no debe ser solamente una declaración de intenciones,
sino un compromiso militante de los nacionalistas andaluces y de las
organizaciones que los amparan; es un “mantra protector”
para evitar la manipulación de líderes oportunistas y la injerencia
de organizaciones y “profetas” ajenos a los andaluces y a sus
intereses. Bien sabían los redactores de la Constitución de
Antequera que la solución a los problemas de siglos que padecen los
andaluces no puede venir desde España o desde la Europa del Capital,
bien sabían que sólo desde organizaciones e instituciones de
estricta obediencia andaluza podemos avanzar en el ideal de libertad
y justicia social que el pueblo andaluz viene reclamando desde hace
siglos.
La
Constitución de Antequera nos marca otro camino, otra forma de
gestionar la resistencia y la lucha por la Independencia y el
Socialismo, los dos pilares, en traducción a vocablos de hoy, sobre
los que se basa la Constitución Andaluza. Y ese método de lucha que
nos ofrecieron nuestros precursores en Antequera, se apoya en la
construcción de alternativas desde los municipios, desde los tajos
de trabajo, desde las trincheras de la resistencia; es decir, desde
abajo, unidad en la acción, unidad de militantes a través de la
democracia directa y representativa en cada pueblo de Andalucía; y
nunca unidad por arriba, unidad de cúpulas, ni unidad de líderes ni
de organizaciones cuyo objetivo es vampirizar el trabajo militante.
El
camino de la Constitución Andaluza lo continuó Blas Infante y el
andalucismo revolucionario que representaba hasta su asesinato en
agosto de 1936. Tras la dictadura franquista el regionalismo dió por
buena una mera descentralización administrativa que el andalucismo
infantista había rechazado de forma expresa
tal y como expresó el manifiesto
de los andalucistas granadinos a los municipios andaluces escrito en
1919: “Andalucía
(…) no se conformará con una autonomía administrativa. Debe ir
más allá”
Es
imprescindible poner la Constitución Andaluza de 1883 en marcha
recogiendo el testigo que cayera con Blas Infante en la Carretera de
Carmona una noche de agosto. Sin esperar a una hipotética conquista
de las instituciones, contribuyendo a la autoorganización de la
clase trabajadora pueblo a pueblo, sin permitir injerencias de
“ninguna autoridad exterior”. Esperamos que las I Jornadas
por la Constitución Andaluza que estamos organizando distintos
colectivos para los próximos días 24 y 25 de octubre en Antequera
sean el impulso que necesitamos para ello.
Roberto
Manzano.
Miembro
de la Comisión Permanente de Nación Andaluza.
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