Este 25 de diciembre se cumplen 543 años del levantamiento popular conocido por la rebelión de La Alpujarra. Lo que la historiografía oficial españolista describe como un levantamiento morisco en las sierras de Granada fue en realidad una insurrección popular generalizada por parte de la Andalucía resistente contra la opresión nacional y la esclavitud social a la que nuestro pueblo estaba sometido desde la ocupación por parte de los conquistadores castellanos. Decenas de miles de andaluces se levantaron en armas contra el invasor. Bajo la dirección de Fernando de Córdoba y Valor, que adoptó el nombre de Mohanmad ibn Umayya (Aben Humeya) tras ser elegido como Rey Andaluz por los notables reunidos en Consejo bajo un gran olivo de la localidad alpujarreña de Cádiar, en todas las sierras del país, desde las occidentales de Cádiz y Sevilla hasta las orientales de Almería y Murcia, partidas guerrilleras populares, mal armadas y formadas fundamentalmente por campesinos, se levantaron contra el poder imperialista español de los Austrias, logrando tener en jaque durante más de un año al ejército de Felipe II, al que lograron vencer en diversas ocasiones mediante tácticas de comando semejantes a las utilizadas por los movimientos anticolonialistas en la actualidad, obligando al Imperio a recurrir a sus tropas de élite, los Tercios de Flandes, que bajo el mando de Juan de Austria, y tras una prolongada campaña de terror y exterminio, lograron vencerles. Hasta tres ejércitos profesionales hicieron falta para doblegarlos: los ya mencionados Tercios de Flandes, venidos del norte, los de Italia, desembarcados en las costas malagueñas, y las fuerzas de ocupación de la zona.
Estos acontecimientos simbolizan como ningún otro la interesada mitología creada del “moro”, ideada por los ocupantes de nuestra tierra para desenraizar a los andaluces y justificar la apropiación de sus tierras, el robo de sus posesiones y la explotación de la población. El españolismo, convirtiendo a nuestros antepasados en extranjeros en su propia tierra, no sólo legitimaba la política genocida, expropiadora y esclavista de los gobernantes castellanos, sino que construía la base sobre la que asentar el engaño y la alienación generalizada en la que seríamos “reeducados”. Pero los hechos descritos ejemplifican igualmente el grado de resistencia ofrecido por nuestro pueblo, de forma ininterrumpida y bajo diversas formas de lucha, desde la entrada de los invasores en el Valle del Guadalquivir en el Siglo XIII hasta hoy, a lo largo de casi ochocientos años. Ya sea bajo la forma de guerra abierta, lucha guerrillera, insurrecciones poblacionales, partidas bandoleras, ocupaciones de de fincas, etc., nunca hemos cejado en combatir contra el poder usurpador y explotador impuesto. Por recuperar lo que nos pertenece.
Hoy, los andaluces/zas conscientes, los/as que no se rinden ni aceptan las cadenas de la opresión nacional y la explotación social española, continuando la senda marcada por aquellos antepasados dispuestos a dar la vida por sus derechos y su dignidad, y siguiendo el mandato que nos dejó Blas Infante en el Himno Nacional: “andaluces levantaos pedid tierra y libertad”, permanecemos en pie por nuestra nación y nuestra soberanía. Por el derecho del Pueblo Trabajador Andaluz a ser los dueños de su tierra y de sí mismos. A ser un pueblo libre en un país libre. Por todo ello, aquella rebelión alpujarreña sintetiza la permanente lucha de liberación popular de los andaluces. Honor y agradecimiento a todos los andaluces y andaluzas que a lo largo de casi ocho siglos han luchado y muerto por nuestra liberación. Por “volver a ser lo que fuimos”.
¡Por Andalucía libre!
¡Por la independencia y el socialismo!
Nación Andaluza – Comisión Permanente
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